FUNDACION CONTRA EL TERRORISMO
Es NUESTRA voluntad contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida, al desarrollo integral de las personas en un ambiente de paz, libertad, seguridad
domingo, 26 de mayo de 2013
sábado, 18 de mayo de 2013
Juicio por genocidio debe ser sobreseído
He argumentado que en nuestro país no ha habido genocidio, de cualquier género que sea: étnico, religioso o nacional. Y si no ha habido genocidio, ningún ciudadano guatemalteco, sea o no sea militar, sea o no sea exguerrillero, sea o no sea José Efraín Ríos Montt, puede ser acusado de haber cometido ese delito.
Luis Enrique Pérez
Precisamente porque creo que no ha habido genocidio, opino que es absurdo que, en nuestro país, un ciudadano sea acusado de cometer ese delito, y que sea juzgado y condenado por cometerlo. Es tan absurdo como acusar a un ciudadano de asesinar, y juzgarlo y condenarlo por asesinato; pero no ha sido cometido el asesinato por el cual ha sido acusado, juzgado y condenado.
Un ciudadano guatemalteco militar o no militar, ex-guerrillero o no ex-guerrillero, sea o no sea Ríos Montt, podría ser acusado de genocidio solo si previamente se demostrara que tal delito ha sido cometido. Para demostrarlo no es suficiente aportar pruebas de matanzas, ni aun pruebas de impresionantes matanzas atroces. Es necesario aportar pruebas de que el propósito fue genocida, es decir, pruebas de que hubo una deliberada intención de exterminar parcial o totalmente a un grupo étnico, o religioso o nacional. De modo similar, para demostrar que fue cometido un asesinato no es suficiente mostrar un cadáver. Es necesario demostrar que hubo una deliberada e ilegal intención homicida.
Puede argumentarse que no es necesario demostrar previamente que, en nuestro país, hubo genocidio, porque en el mismo proceso judicial incoado para juzgar a quien fuera acusado de cometerlo, también tendría que demostrarse que lo hubo. Empero, un proceso semejante sería absurdo, tan absurdo como lo sería un proceso judicial incoado no solo para juzgar a quien fuera acusado de cometer un asesinato, sino también para demostrar que hubo tal asesinato. Ordinariamente el proceso judicial penal supone, de alguna manera, que ya se ha demostrado que fue cometido el delito que se le imputa al acusado; pero en el caso de un delito como el genocidio, es inadmisible meramente suponer que el delito ha sido cometido.
No argumento como si fuera un conocedor de la ley penal sino como alguien que, en general, aplica nociones elementales de lógica; y que, en particular, aplica la regla inferencial válida denominada “modus tollens”, de la lógica proposicional. Esa regla puede ser enunciada así: “p” implica “q”; pero “no q”, y por consiguiente, “no p”. Entonces expongo mi argumento así: ser juzgado por genocidio implica que se ha demostrado que ese delito ha sido cometido; pero no se ha demostrado que ha sido cometido, y por consiguiente, no hay alguien que pueda ser juzgado por haberlo cometido.
Deduzco, entonces, en general, que cualquier proceso judicial incoado para juzgar, por el delito de genocidio, a un ciudadano guatemalteco, sea o no sea militar, o sea o no sea ex-guerrillero, o sea o no sea Ríos Montt, es intrínsecamente no válido, si previamente no se ha demostrado que ese delito fue cometido. Y si no hay tal demostración previa, cualquier sentencia judicial absolutoria o condenatoria carece de sentido jurídico.
Deduzco, entonces, en particular, que el proceso judicial incoado para juzgar, por el delito de genocidio, a Ríos Montt, es intrínsecamente no válido, porque previamente no demostró que ese delito haya sido cometido. Y porque no ha habido tal demostración, la sentencia condenatoria que dictó el tribunal que juzgó a Ríos Montt carece de sentido jurídico. La cuestión esencial no es, entonces, corregir o no corregir el proceso judicial. La cuestión esencial es sobreseerlo.
Post scriptum. El error original de Ríos Montt y de sus abogados defensores fue no oponerse legalmente a que él fuera juzgado por un delito del cual no se había demostrado que hubiera sido cometido.
Programa "Hablando Claro" del 15 de mayo de 2013, conducido por el Doctor Mario David Garcia, transmitido en 89.7 fm a las 15 horas local (21GMT). Participan: Doctor Carlos Sabino, Doctor Francisco Beltranena, General de Brigada Benjamín Godoy Búrbano y el Doctor Gustavo Porras Castejón. Tema: Genocidio y el futuro de Guatemala.
martes, 7 de mayo de 2013
domingo, 28 de abril de 2013
CATALEJO
Édgar Gutiérrez “no es eferregista”
Publico y respondo una carta en la cual Édgar Gutiérrez afirma no ser miembro, menos figura, del FRG.
POR: MARIO ANTONIO SANDOVAL
artículo publicado
21/5/2004
Édgar
Gutiérrez me envió una carta cuya parte conducente dice: Aunque para los
informados de la política en Guatemala está claro que no soy y nunca he sido
miembro del FRG, por lo que usted ha escrito parece necesario que lo refrende
una vez más: No soy miembro, menos figura, del FRG. Tampoco es cierto que haya
yo calificado de incapaz al actual gobierno. No sé si su análisis global de
la nota de marras es correcto enteramente en términos de la información que lo
sustenta, pero estoy seguro que estará más cercano de la verdad si usted omite
estos dos datos, por demás desorientadores. Siempre he considerado al
remitente una persona culta y de análisis correcto, lo cual implica
inteligencia. Por ello me extraña la carta.
EL REMITENTE
NO está inscrito en el FRG. Pero no sé si recuerda: ejerció la cancillería del
gobierno eferregista. Como tal, salió a la comunidad internacional a defender
las acciones del gobierno, las cuales sin duda apoyó porque no recuerdo haber
escuchado ni una sola crítica de él al respecto. Si eso no es ser una figura
eferregista, entonces el sol es cuadrado y tiene hielo. Ahora, de nuevo es
columnista de El Periódico, adonde regresó por el exagerado espíritu de
complacencia de Jose Rubén Zamora, víctima directa de las acciones del FRG.
Quien relee sus escritos luego de haber terminado su etapa de eferregismo
activo, notará cómo sus análisis sólo pueden ser interpretados como una manera
de señalar la incapacidad del actual régimen.
POR APARTE, EL remitente ha sido tal vez el miembro más destacado del grupo de
personas otrora de pensamiento de una izquierda ilustrada, no combatiente, pero
ahora colocada por alguna extraña razón al lado de un partido cuyos principios
son exactamente contrarios a su actividad de muchos años. Esto es tan
incomprensible como el caso de Pedro Palma. Por eso, la aclaración en realidad
provoca una de dos reacciones: o una sonrisa socarrona, por ver un nuevo
ejemplo de la realidad política chapina, o una incredulidad ante la prueba de
poco conocimiento del idioma ni de cómo se vive la política en la práctica. El
remitente no es eferregista inscrito. No necesita serlo. Su trabajo en pro del
peor gobierno de la historia está allí, a la vista.
LA CARTA EN MENCIÓN es parte del realismo mágico político del país, del
Macondo guatemalteco. De ese lugar donde en pocos meses empiezan a hacerse los
más absurdos acuerdos entre partidos, gracias a la incapacidad de los
dirigentes. Según mi criterio, Édgar Gutiérrez no debería, por ejemplo, comentar
en manera alguna el acuerdo GanaFRG, si no expresa clara y contundentemente al
principio hacerlo desde la perspectiva de alguien "que no es
eferregista" por inscripción sino por convencimiento, por acción. Pero de
seguro no estamos de acuerdo en ese tema, y por eso espero con interés las
frases de halago a quienes mal aconsejaron al presidente Berger por haber
realizado una acción rechazada por una abrumadora mayoría.
FINALMENTE, LA CARTA de Édgar Gutiérrez me provoca una preocupación: la
posibilidad de no ser una forma de evadir sus responsabilidades, sino del
convencimiento de sus palabras. Entonces Guatemala perdería un buen analista,
con quien se ha podido estar o no de acuerdo. Sus escritos aún pueden ser una
buena guía de pensamiento de una determinada corriente, la de la curiosa mezcla
de un neoizquierdismo sui géneris,
POR APARTE, EL remitente ha sido tal vez el miembro más destacado del grupo de personas otrora de pensamiento de una izquierda ilustrada, no combatiente, pero ahora colocada por alguna extraña razón al lado de un partido cuyos principios son exactamente contrarios a su actividad de muchos años. Esto es tan incomprensible como el caso de Pedro Palma. Por eso, la aclaración en realidad provoca una de dos reacciones: o una sonrisa socarrona, por ver un nuevo ejemplo de la realidad política chapina, o una incredulidad ante la prueba de poco conocimiento del idioma ni de cómo se vive la política en la práctica. El remitente no es eferregista inscrito. No necesita serlo. Su trabajo en pro del peor gobierno de la historia está allí, a la vista.
Caso Gerardi
Las dos caras del canciller.
ARTICULO SOBRE LA RATA GUTIERREZ
Maite Rico Bertrand de la Grange
publicado:Guatemala, domingo 11 de enero de 2004
En Elperiodico.
publicado:Guatemala, domingo 11 de enero de 2004
En Elperiodico.
“En su amplio y cómodo despacho de la Secretaría de Análisis Estratégico
(SAE), Edgar Gutiérrez se sentía en su elemento, dirigiendo una
institución que había denostado en el pasado por sus funciones
represivas y sus investigaciones ilegales. (...) El “heredero” del
obispo Gerardi y cerebro del Remhi acabaría sucumbiendo, sin embargo, a
las viejas prácticas. (...) De repente tenía la sartén por el mango y no
dudaría en usar los instrumentos a su alcance para el espionaje
político y las campañas negras contra los opositores. Apuntalar el
entramado del caso Gerardi sería una de sus primeras preocupaciones”.
Éste y otros extractos de nuestro libro sobre el asesinato de monseñor Juan Gerardi (¿Quién mató al obispo? Autopsia de un crimen político, editorial Planeta) han sulfurado al todavía ministro de Relaciones Exteriores, Edgar Gutiérrez. La virulencia y la vaciedad de su réplica, publicada en elPeriódico el pasado domingo, respaldan la credibilidad de nuestros hallazgos sobre la manipulación política y judicial del crimen, en la que él y su gobierno participaron de lleno.
Al frente de la SAE, Gutiérrez ordenó investigaciones ilegales, espió a los acusados y se reunió con el fiscal Leopoldo Zeissig, al que facilitó varios “testigos providenciales”. El Canciller nos acusa de “innumerables imprecisiones” y “falsedades flagrantes”, pero se guarda de citar una sola. A falta de datos concretos, recurre a lo único que ejerce con maestría: la intoxicación. Y así, asegura que el capitán Byron Lima revisó nuestro manuscrito en el presidio. El único libro que pusimos a disposición del capitán Lima fue nuestro anterior trabajo, Marcos, la genial impostura, por el que, por cierto, Edgar Gutiérrez nos felicitó calurosamente en su momento.
Pero así es él, siempre con su doble discurso y su mirada huidiza... Pocos se acuerdan ya de aquella columna que publicó en este diario el 2 de agosto de 1999, en la que denunciaba “una campañita de desinformación” que lo ubicaba como asesor del candidato Alfonso Portillo. ¿Cobijarse él bajo el paraguas de Efraín Ríos Montt, al que acusaba en el Remhi de crímenes de lesa humanidad? Cinco meses más tarde, Gutiérrez, con su gesto de monaguillo, emergía como el flamante jefe de los servicios de inteligencia del gobierno del FRG.
Desde ahí se encargó de que el presidente Portillo cumpliera su promesa de resolver el caso Gerardi. Una semana después de su toma de posesión, en enero de 2000, tres militares y un sacerdote eran detenidos gracias al cambio de testimonio del indigente Rubén Chanax. De repente, las investigaciones “azarosas, accidentadas y controversiales”, como reconoce el ministro Gutiérrez, daban frutos milagrosos y lograban la condena de los acusados a 30 años.
Los fiscales y la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado estaban exultantes. No se diga Portillo, que se presentaba ante la comunidad internacional como el adalid de la lucha contra la impunidad. En realidad, el crimen seguía impune: nada se sabía de los autores materiales ni intelectuales. Pero eso era lo de menos. La tesis de los acusadores, que culpaban del crimen a la cúpula militar de Álvaro Arzú (y al propio mandatario) quedaba consagrada como “versión oficial”. Lo que no se explicaba era qué interés podían tener Arzú y los oficiales de su confianza en dinamitar, en un año preelectoral, un proceso de paz que era su mejor carta de presentación.
Asistimos al juicio día a día, entrevistamos a todos los implicados, analizamos el expediente, dimos seguimiento a los testigos. Descubrimos que la investigación había sido manipulada. Que los fiscales habían ocultado información. Que los testigos clave habían sido preparados. Que el tribunal de sentencia había alterado las actas del juicio para consolidar la “culpabilidad” de los acusados...
Gutiérrez sataniza a los condenados con el propósito miserable de diluir su propia responsabilidad en el encarcelamiento de inocentes y en el asesinato de uno de ellos, el ex sargento Obdulio Villanueva. Ahora, el Canciller acusa al coronel Lima de cometer “terribles matanzas” en Quiché. ¿Cómo es que no incluyó ese dato en el Remhi, que con tanto celo dirigió? Tampoco en el juicio Gutiérrez mencionó un solo abuso cometido por Lima.
Creemos que el asesinato de monseñor Gerardi sí fue un crimen político, pero no tramado por el Estado Mayor Presidencial de Arzú, sino por sus enemigos políticos. Entre ellos, había oficiales de Inteligencia depurados por presuntos vínculos con el contrabando. El objetivo del crimen era ajustar cuentas políticas, desestabilizar al gobierno y allanar el camino a la victoria del FRG.
Por eso resulta hilarante que Edgar Gutiérrez diga que “el núcleo de (nuestra) argumentación proviene de una acción deliberada típica de agentes y aparatos de la inteligencia tradicional”, cuando la hipótesis que desarrollamos en el libro es, precisamente, que “la inteligencia tradicional” montó el crimen.
Más que una réplica, el ministro busca un espacio para adecentar su currículum. La verdad es que le hace mucha falta. De “heredero” del obispo Gerardi, pasará a ser recordado como el Rasputín del gobierno más corrupto de la historia de Guatemala.
Preocupado por su futura chamba, Gutiérrez intenta presentarse como el heroico y abnegado activista que se sacrificó durante cuatro años para “desmilitarizar” el aparato de inteligencia. De su desempeño en la SAE da sobrada cuenta la hemeroteca. No vio venir la hambruna de Camotán, ni se percató de que los decomisos de droga se reducían a niveles irrisorios y que los cárteles brotaban como champiñones. El émulo de Cara de Ángel, el siniestro personaje de la novela de Asturias El Señor Presidente, estaba muy ocupado en la desarticulación de los movimientos ciudadanos de oposición, en la difamación de periodistas y activistas humanitarios y en llenarle la cabeza al Presidente de pajas sobre intentonas golpistas.
“No veo dónde están los poderes ocultos”, declaraba entonces. Y hoy se ha vuelto el principal promotor de la Ciciacs, el organismo encargado de investigar los grupos clandestinos. Por cierto que esa entidad debería empezar por indagar las redes de espionaje del actual Canciller.
Éste y otros extractos de nuestro libro sobre el asesinato de monseñor Juan Gerardi (¿Quién mató al obispo? Autopsia de un crimen político, editorial Planeta) han sulfurado al todavía ministro de Relaciones Exteriores, Edgar Gutiérrez. La virulencia y la vaciedad de su réplica, publicada en elPeriódico el pasado domingo, respaldan la credibilidad de nuestros hallazgos sobre la manipulación política y judicial del crimen, en la que él y su gobierno participaron de lleno.
Al frente de la SAE, Gutiérrez ordenó investigaciones ilegales, espió a los acusados y se reunió con el fiscal Leopoldo Zeissig, al que facilitó varios “testigos providenciales”. El Canciller nos acusa de “innumerables imprecisiones” y “falsedades flagrantes”, pero se guarda de citar una sola. A falta de datos concretos, recurre a lo único que ejerce con maestría: la intoxicación. Y así, asegura que el capitán Byron Lima revisó nuestro manuscrito en el presidio. El único libro que pusimos a disposición del capitán Lima fue nuestro anterior trabajo, Marcos, la genial impostura, por el que, por cierto, Edgar Gutiérrez nos felicitó calurosamente en su momento.
Pero así es él, siempre con su doble discurso y su mirada huidiza... Pocos se acuerdan ya de aquella columna que publicó en este diario el 2 de agosto de 1999, en la que denunciaba “una campañita de desinformación” que lo ubicaba como asesor del candidato Alfonso Portillo. ¿Cobijarse él bajo el paraguas de Efraín Ríos Montt, al que acusaba en el Remhi de crímenes de lesa humanidad? Cinco meses más tarde, Gutiérrez, con su gesto de monaguillo, emergía como el flamante jefe de los servicios de inteligencia del gobierno del FRG.
Desde ahí se encargó de que el presidente Portillo cumpliera su promesa de resolver el caso Gerardi. Una semana después de su toma de posesión, en enero de 2000, tres militares y un sacerdote eran detenidos gracias al cambio de testimonio del indigente Rubén Chanax. De repente, las investigaciones “azarosas, accidentadas y controversiales”, como reconoce el ministro Gutiérrez, daban frutos milagrosos y lograban la condena de los acusados a 30 años.
Los fiscales y la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado estaban exultantes. No se diga Portillo, que se presentaba ante la comunidad internacional como el adalid de la lucha contra la impunidad. En realidad, el crimen seguía impune: nada se sabía de los autores materiales ni intelectuales. Pero eso era lo de menos. La tesis de los acusadores, que culpaban del crimen a la cúpula militar de Álvaro Arzú (y al propio mandatario) quedaba consagrada como “versión oficial”. Lo que no se explicaba era qué interés podían tener Arzú y los oficiales de su confianza en dinamitar, en un año preelectoral, un proceso de paz que era su mejor carta de presentación.
Asistimos al juicio día a día, entrevistamos a todos los implicados, analizamos el expediente, dimos seguimiento a los testigos. Descubrimos que la investigación había sido manipulada. Que los fiscales habían ocultado información. Que los testigos clave habían sido preparados. Que el tribunal de sentencia había alterado las actas del juicio para consolidar la “culpabilidad” de los acusados...
Gutiérrez sataniza a los condenados con el propósito miserable de diluir su propia responsabilidad en el encarcelamiento de inocentes y en el asesinato de uno de ellos, el ex sargento Obdulio Villanueva. Ahora, el Canciller acusa al coronel Lima de cometer “terribles matanzas” en Quiché. ¿Cómo es que no incluyó ese dato en el Remhi, que con tanto celo dirigió? Tampoco en el juicio Gutiérrez mencionó un solo abuso cometido por Lima.
Creemos que el asesinato de monseñor Gerardi sí fue un crimen político, pero no tramado por el Estado Mayor Presidencial de Arzú, sino por sus enemigos políticos. Entre ellos, había oficiales de Inteligencia depurados por presuntos vínculos con el contrabando. El objetivo del crimen era ajustar cuentas políticas, desestabilizar al gobierno y allanar el camino a la victoria del FRG.
Por eso resulta hilarante que Edgar Gutiérrez diga que “el núcleo de (nuestra) argumentación proviene de una acción deliberada típica de agentes y aparatos de la inteligencia tradicional”, cuando la hipótesis que desarrollamos en el libro es, precisamente, que “la inteligencia tradicional” montó el crimen.
Más que una réplica, el ministro busca un espacio para adecentar su currículum. La verdad es que le hace mucha falta. De “heredero” del obispo Gerardi, pasará a ser recordado como el Rasputín del gobierno más corrupto de la historia de Guatemala.
Preocupado por su futura chamba, Gutiérrez intenta presentarse como el heroico y abnegado activista que se sacrificó durante cuatro años para “desmilitarizar” el aparato de inteligencia. De su desempeño en la SAE da sobrada cuenta la hemeroteca. No vio venir la hambruna de Camotán, ni se percató de que los decomisos de droga se reducían a niveles irrisorios y que los cárteles brotaban como champiñones. El émulo de Cara de Ángel, el siniestro personaje de la novela de Asturias El Señor Presidente, estaba muy ocupado en la desarticulación de los movimientos ciudadanos de oposición, en la difamación de periodistas y activistas humanitarios y en llenarle la cabeza al Presidente de pajas sobre intentonas golpistas.
“No veo dónde están los poderes ocultos”, declaraba entonces. Y hoy se ha vuelto el principal promotor de la Ciciacs, el organismo encargado de investigar los grupos clandestinos. Por cierto que esa entidad debería empezar por indagar las redes de espionaje del actual Canciller.
domingo, 21 de abril de 2013
Facetas de la personalidad parcializada de la
sra. jueza Iris Jazmín Barrios Aguilar, evidenciados desde el 19 de
marzo de 2013, en la ciudad de Guatemala, durante las audiencias
efectuadas durante el injusto juicio por el supuesto delito de
genocidio. Muchas personas se han preguntado porque la defensa de los
dos acusados por el supuesto delito, actuó de esta forma.
Para explicarlo con palabras sencillas y no con tecnicismos legales, la juez Barrios, se excedió y abuso de su autoridad, no permitiéndole a los defensores, cinco minutos que solicitaron para analizar un documento nuevo incorporado en ese momento. Esa fué la gota que derramó el vaso de los desmánes y abusos de ese tribunal, invocándose el derecho constitucional de resistencia pacífica, como lo establece el artículo 45 de la Constitución Política de la República. Juzgue ud. si una persona con esas alteraciónes de conducta, es apta para decidir quien es culpable o no.
jueves, 18 de abril de 2013
Bienvenidos a esta página, cuya finalidad es el debate racional para
compartir y debatir ideas con ideas, postulados y teorías, enriqueciendo
de esta manera a nuestra incipiente democrácia y nuestro sistema de
gobierno, que con sus virtudes y defectos, no necesita de intromisión y
violación a nuestra soberanía, que para el efecto, cuales alquimistas
del siglo XXI, que buscaban convertir algo en lo que no era, inventaron
comisiones internacionales, que han venido a hacer un trabajo mezquino,
fomentando la impunidad y el odio entre nosotros, disfrándoze de
tutelájes que aparentan como enseñarnos a caminar en la ruta
democrática, cuando lo único que necesitamos, es la oportunidad de hacer
que nuestras instituciones funcionen que tanto han costado construir y
sostener y hoy, precisamente vemos a los resentidos vividores de
siempre, rasgándose sus vestiduras lucrando al desprestigiar a Guatemala
en el extranjero.
Solamente serán censurados los comentarios con fáltas de respeto, odio, racismo y escritos con burla y ofensa hacia el resto de participantes. Los demás, serán respetados.Una vez más ¡Bienvenidos!
Solamente serán censurados los comentarios con fáltas de respeto, odio, racismo y escritos con burla y ofensa hacia el resto de participantes. Los demás, serán respetados.Una vez más ¡Bienvenidos!
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