El
“vía crucis” de otro fiscal
Por:
Armando de la Torre
Benedicto Tenas Arévalo laboró como
fiscal del Ministerio Público por veinte años.
En agosto del 2011 se le trasladó a
Sololá como Fiscal Distrital. Según su apreciación, en todo el tiempo transcurrido
hasta el 30 de noviembre del 2012, cuando renunció al cargo, nunca
recibió apoyo alguno por parte de la Fiscal General, la Dra. Claudia Paz y Paz.
El caso más apremiante en su nueva jurisdicción
resultó ser el del grupo de encapuchados que se autoproclamaron miembros del
“Comité de Seguridad” de Panajachel y contra los cuales se habían presentado
unas veinte denuncias por vecinos del lugar.
La
lista incluía sospechas de por lo menos tres homicidios, una desaparición
forzosa, y hasta de medio centenar de otras personas abusadas, brutalizadas y aun
presionadas a salir del municipio. Sobre estos hechos, ya Alfred Kaltschsmitt
ha publicado relaciones más pormenorizadas en otro diario.
En
el entretanto, el Ministerio Público se había tomado todo un año para llenar
tres plazas indispensables vacantes en la jurisdicción de Sololá.
Ningún juez de ese Departamento,
empero, tuvo el valor de enfrentar al tal Comité , y por eso el caso fue
llevado a la ciudad capital, donde al menos dos de los acusados fueron
condenados a penas de prisión entre 17 y 19 años. El resto (16 en total), se había
dado a la fuga.
Lo más sorprendente ha sido que una mexicana, de nombre
Teresa Coello – que, por cierto, había venido inicialmente a Guatemala, según dijo,
para “trabajar” en Minugua -, se había relacionado con algunos de los
inculpados, pues había escogido quedarse
a residir en Panajachel.
La
tal señora supuestamente desarrolló lazos de amistad con Hellen Mack Chang, la
conocida activista en pro de los “derechos humanos”. Y esta última, según se me
informa, empezó una campaña de desprestigio contra la fiscalía de Sololá, y en
particular de su fiscal, porque, a su juicio muy personal, los miembros del
Comité de Seguridad eran personas honorables, injustamente perseguidas.
Hasta
la misma doctora Paz y Paz hubo de lamentarse un día del acoso telefónico
diario por doña Hellen, que le exigía la destitución del Fiscal Distrital por la
vía de la Supervisión General. Inclusive Don Benedicto fue objeto de una amenaza
de que su expediente laboral saldría “manchado” de no presentar su renuncia. La
Fiscal General terminó por ceder y aceptó la renuncia que ya le había presentado el
exasperado Don Benedicto.
Para ese entonces se había enterado,
el 4 de octubre, de lo sucedido en la cumbre del territorio que se le conoce
popularmente como “Alaska”, en parte sujeto a la jurisdicción de Sololá. Se
trataba del incidente donde unos soldados, a punto de ser linchados por una
turba violenta, se defendieron con el saldo de cuatro muertos entre los agresores.
“Masacre” de acuerdo a esa caja de
resonancia de la prensa internacional izquierdófila, que acostumbra a corear consignas
contra supuestas “ejecuciones extrajudiciales” en Guatemala según se las
suministran los mismos guatemaltecos que firmaron “acuerdos”… de
paz firme y duradera.
Tan pronto le llegó el informe, don
Benedicto se comunicó con la policía local, que le previno mejor no investigar
más por los peligros latentes en que podría caer. Pero en cumplimiento de su
deber, se trasladó al lugar de los
hechos y halló que el camión militar había sido íntegramente incendiado.
También descubrió casquillos y otras evidencias del uso de armas no-militares.
Hacia
las 8:00 p.m. pasó su informe a sus superiores.
¿La
respuesta? “Que tomara vacaciones…”
Tengo
otras relaciones de incidentes en el
Ministerio Público todavía más indignantes, que haré público en consecutivas entradas.
Pero
mi inquietud persiste: ¿Por qué el Presidente Otto Pérez Molina no pone coto a
tanto abuso marxistoide en el seno del monopolio
de la persecución penal?
Tengo
una hipótesis, y la daré a conocer al final de esta serie.
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